Sobrevive tres días atrapado en un barco en el fondo del océano

05.12.2013 13:48

Un hombre de nacionalidad nigeriana ha
sobrevivido tres días refugiado en la
cámara de aire que se formó en un barco
hundido en el fondo del océano Atlántico,
informó hoy el diario local "The Nation".
Harrison Odjegba Okene, cocinero de un
remolcador al servicio de la petrolera
norteamericana Chevron en el delta del
Níger, fue el único superviviente de una
tripulación integrada por doce personas,
todas nigerianas excepto el capitán,
procedente de Ucrania. La nave se hundió
frente a las costas de Nigeria el pasado 26
de mayo, aunque la historia de Okene fue
conocida solo hoy.
A las 05.00 hora local de aquel día (04.00
GMT) el remolcador "Jascon 4"
maniobraba junto a un buque cisterna en
una terminal de carga de crudo de
Chevron cuando, tras un giro súbito y
violento, se hundió en el Atlántico,
llevándose consigo a los doce hombres
que se encontraban a bordo.
Aquel fue el comienzo de la odisea de
Okene, quien se encontraba en el baño en
el momento del naufragio y llegó a
enfrentarse a los tiburones que intentaron
penetrar en el barco volcado atraídos por
los cadáveres de sus compañeros.
Hundido el barco en el océano, del revés,
el cocinero se desplazó por su interior
tratando de encontrar el lugar más seguro
para esperar un rescate, con solo sus
calzoncillos puestos.
"Estaba aturdido y en todas partes estaba
oscuro. Fui zarandeado y logré salir del
aseo a tientas hasta un lugar que me
pareció la sala de descanso de los
oficiales. De ahí fui al despacho de los
ingenieros, sin ver nada", relató.
Okene encontró un chaleco ligero con
dos luces, que le ayudaron a avanzar
hasta la parte del buque donde se sentía
más seguro, y comenzó una larga espera
de 72 horas hasta ser rescatado. Mientras
tanto, pudo percibir cómo tiburones y
barracudas inspeccionaban los espacios
colindantes en busca de comida. "Recé
cientos de veces, empecé a invocar una
intervención divina" , recordó.
Al tercer día de espera, el náufrago oyó el
motor de un barco y se dio cuenta de que
los equipos de rescate le estaban
buscando. Para atraer su atención, utilizó
un martillo para golpear la pared del
barco, que puso sobre aviso a una
embarcación. Salió entonces de la cámara
de aire que le había permitido sobrevivir
hasta ese momento y se lanzó al agua
helada para pedir auxilio.
"Mis manos y pies estaban pálidos.
Cuando lo encontré, fui yo quien tocó al
buceador, le toque la cabeza y se asustó",
dijo del hombre sudafricano que logró
encontrarle. A pesar de su buena fortuna,
Okene aseguró sentirse triste por la
muerte de sus compañeros, que le
demostró que no todo el mundo tiene
una segunda oportunidad.

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